Un estudio de campo con gerentes de fondos que invierten en derivados de crédito en Paris, en el año 2004, muestra que los conceptos de “inversor” y de “mercado eficiente” son centrales en las operaciones técnicas, de maneras múltiples y contradictorias. Los empleados movilizan los referentes morales y políticos de estos conceptos, articulados por las filosofías liberales y la regulación financiera, para darle sentido a sus carreras profesionales y al rol social de la industria financiera. Definen entonces la “crisis” por oposición a la eficiencia del mercado, que, suponen, debería llevar a una distribución óptima del crédito. Lejos de las utopías de las que surgen, estos conceptos constituyen así el repertorio limitado del sentido de las prácticas que los empleados realizan por una remuneración, en una red comercial burocrática. Por ende, debemos entenderlos como parte del objeto de estudio, y no usarlos como herramientas analíticas.