Administración de Analgesia Extrahospitalaria a los Ancianos con Sospecha de Fractura tras una Caída: Cumplimos (por encima del par), pero Existen Oportunidades para la Mejora
Objetivos
Los paramédicos atienden frecuentemente a los ancianos que se han caído y en los que se sospecha una fractura, los cuales constituyen una población con riesgo de recibir una atención analgésica inadecuada. Este estudio prospectivo tuvo como objetivos describir el porcentaje y la efectividad de la analgesia administrada por paramédicos a los ancianos con sospecha de fracturas secundarias a caídas e identificar los factores predictivos asociados a la administración de la analgesia.
Metodología
Se extrajo una cohorte de pacientes ancianos mayores de 65 años de edad con sospecha de fracturas relacionadas con caídas de una base de datos de 1.610 casos recogidos durante un estudio observacional prospectivo no consecutivo de ancianos que se habían caído y habían recibido una respuesta de una ambulancia desde el 1 de octubre de 2010 hasta el 30 junio de 2011. Los datos específicos de la caída recogidos en la escena por los paramédicos usando una hoja de datos especialmente diseñada se vincularon a las historias clínicas de los pacientes y a la información del traslado. Se calcularon los porcentajes y la efectividad de la administración de analgésicos, y se llevó a cabo una regresión logística multivariable para identificar los factores asociados con la administración de analgesia.
Resultados
De los 1.610 pacientes en la base de datos del estudio observacional, había 333 pacientes identificados con sospecha de fracturas, lo que formaron la población de estudio. La edad media fue de 82 años (DE 8 años), y el 75% fueron mujeres. La sospecha de fractura de cadera fue la más común (42%). Una puntuación de dolor inicial se registró en el 67% de los casos, y la mediana de intensidad de dolor inicial fue de 8 sobre 10 (RIC 5 a 9). Del total, el 60% recibió analgesia y el 80% de ellos recibió un opiáceo parenteral. La morfina intravenosa fue más común (63%), seguida de metoxiflurano (39%) y fentanilo intranasal (17%). La administración de analgésicos orales fue poco frecuente. La analgesia se consideró clínicamente efectiva (≥30% reducción relativa en la intensidad del dolor) en el 62% de los casos. Los pacientes con sospecha de fractura de cadera tuvieron mayor razón de ventaja (odds ratio, OR) de recibir analgesia comparado con otros sitios anatómicos (OR 2,7, IC95% = 1,17 a 6,32; p = 0,02). En comparación con aquéllos con dolor leve, la OR para recibir analgesia se incrementó significativamente para los pacientes con dolor moderado (OR 6,5, IC95% = 2,3 a 18,8; p < 0,0001) y dolor grave (OR 31,1, IC 95% = 9,9 a 97,6; p < 0,0001).
Conclusiones
En esta población de ancianos que se cayeron y se sospechó una fractura, dos tercios recibieron analgesia administrada por un paramédico. La mayoría de los pacientes que recibieron analgesia ésta fue clínicamente efectiva, y la presencia de una fractura de cadera incrementó la probabilidad de recibir alivio para el dolor.