Resumen Antecedentes
Los bosques de roble y sabanas del Pacífico noroeste de los EEUU, son comunidades resilientes al fuego, dependiendo de fuegos frecuentes de baja severidad que permiten mantener la estructura y diversidad de especies en el sotobosque, y previenen la invasión de especies sensibles al fuego. La re-introducción del fuego en ecosistemas degradados es vista como esencial para su restauración, aunque puede estar plagada de consecuencias negativas no previstas. Examinamos la respuesta de rodales maduros de roble blanco de Oregón (Quercus garryana Douglas ex Hook.; Garry oak) como primer registro de quemas prescriptas de restauración posteriores a un largo período sin fuegos.
Resultados
De trece a veinticinco meses después de la quema, la muerte apical de los robles fue mínima (3%) y la mortalidad fue rara en tres quemas prescriptas, a pesar de los altos niveles (media = 92%) del chamuscado de la corona, e independientemente de la proporción del consumo de mantillo alrededor de la base de los troncos de roble (media = 21%). El porcentaje de chamuscado de la corona fue el predictor más fuerte de la mortalidad del roble, aunque la respuesta fue altamente variable, especialmente cuando el chamuscado de la corona fue ≥80%. La comparación de nuestros resultados con el FOFEM (Modelo de Efectos del Fuego de Primer Orden), un modelo común de efectos del fuego, reveló un alto error del modelo, debido probablemente a la falta de ecuaciones especie-específicas para la predicción de mortalidad del roble blanco de Oregón.
Conclusiones
Los resultados de este estudio indican que el roble blanco de Oregón es altamente resistente a la mortalidad en quemas prescriptas, aun luego de grandes intervalos de tiempo libres de fuegos. Las quemas prescriptas no son contraindicadas en áreas con existencias de robles maduros, y pueden promover la regeneración de los robles vía rebrote basal.