En este artículo, examino cómo la oposición evangélica en Estados Unidos a los derechos de la comunidad LGBT proviene de un entendimiento único de la sexualidad y la persona. Como mis respondedores me explicaron en más de dieciséis meses de investigación de campo, el rechazo evangélico a individuos y prácticas LGTB está enraizado no simplemente en prejuicios sino también en una noción culturalmente específica de la condición de persona que requiere que los cuerpos cristianos se orienten en sí mismos hacia lo divino. En la cristiandad evangélica, el cuerpo, junto con su capacidad de sentir y comunicarse, se entiende como un recipiente poroso receptivo de comunicación con Dios. En contraste a una idea dominante que las orientaciones sexuales dan forma a las identidades individuales, la sexualidad dentro del mundo religioso, en cambio facilita el movimiento de fuerzas morales a través de cuerpos individuales y escalas geográficas. Los deseos sexuales y los actos sexuales son ampliamente entendidos en la cosmología evangélica como medios comunicativos para las fuerzas sobrenaturales. Este entendimiento de la sexualidad como un componente central de la agencia moral le da forma a las prácticas extendidas de ostracismo de las personas quienes se identifican como LGBT dentro del evangelicalismo y a menudo lleva a posiciones políticas anti‐LGBT. Reivindicar una identidad LGBT se ve como el hacer un tipo distinto de persona inconmensurable con la porosidad evangélica. [evangélica, sexualidad, corporeización, Estados Unidos]